Las santas cruzadas zapotecas
Las santas cruzadas zapotecas
Fco. Javier Chaín Revuelta
El 25 de noviembre del año 6, los zapotecas lanzaron multitudinaria marcha para pedir, una vez más, la destitución como gobernador de Aquiles Luiz por ineptitud, crueldad, asesinato y alianza con el sanguinario imperio del altiplano de San Vilente de Guanajuato y el sucesor Filipe de San Huidelbrando, a quienes con sus armas, tanquetas y ejércitos cruzados, ha bendecido en la santa misa y en catedral del reino, el siempre amoroso y pacífico Kardenal Noescierto Rovera, con el noble fin de que rescaten de los herejes zapotecas la ciudad Santa de Oaxaca y el Santo Sepulcro del Zócalo Zapoteca.
Los sitiados habitantes demandaron una vez más este sábado la destitución del cruel gobernador, la liberación de sus conciudadanos cautivos, y el retiro de los cruzados de la policía federal. De nuevo no les hicieron caso. El cronista Octavio Vélez Ascencio nos narra que en este día señalado, la cruzada avascalera de fin del reinado, a las 17 horas, en la esquina de Macedonio Alcalá y Morelos, arremetió con todo contra los zapotecas cuando estos ya se retiraban sin dar batalla. Los cruzados federales, entusiasmados por el terror que producían sus embates entre las mujeres, niños y distraídos transeúntes, aceleraron sus tanquetas, lanzaron mayor cantidad de gases lacrimógenos, dieron macanazos a diestra y siniestra mientras eran apoyados por el famoso batallón de camionetas de cruzados judiciales que a balazos abrían el paso para atacar la plaza y templo de Santo Domingo de Guzmán, ultimo bastión de la resistencia zapoteca, que apenas lograba responder con algunos cohetones, petardos, piedras y religiosos cánticos:"¡Ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó!", y "¡Hoy voy a hacer, hoy voy, hoy voy a hacer, una fogata con los de la PFP!"
Para acabar con los cánticos los cruzados PFP incendiaron el campamento zapoteca de Santo Domingo y a bordo de camionetas pick up, ahora con el respaldo de otro batallón de cruzados conocidos como Preventiva del estado, lanzaron una nueva ofensiva con tanquetas y persiguieron a los zapotecas hasta las proximidades del Cerro del Fortín, otros zapotecas pudieron huir por diferentes rumbos y buscaron refugio donde pudieron, algunos de ellos en la Universidad Autónoma Benito Juárez donde los cruzados se resistieron ingresar, ya que su jefe máximo, San Vilente de Guanajuato (por ignorada razón) le tiene verdadero pánico a todo lo que huele a preparación y escuela.
Las fuerzas federales de los cruzados federales de la PFP se acantonaron por toda la ciudad sagrada de Oaxaca y se mantuvieron en estado de alerta permanente. Durante toda la noche realizaron patrullajes por todas las calles y espacios en coordinación con los batallones locales de los aliados traidores. La persecución de todo hereje zapoteca será implacable ordenó durante y al final de la batalla el cruel gobernador Aquiles Luiz, el traidor aliado del imperio del centro.
Nos narra Vélez Ascensio, el cronista de esta última cruzada de San Vilente de Guanajuato, que después de tan despiadado y cruel ataque sufrido por los zapotecas a manos de los cristianos guerreros del Santo Oficio de Gobernación, que después de esta batalla del 25 de noviembre del año 6 a manos de los sanguinarios guerreros cruzados y sus aliados locales, quedó en toda la santa ciudad de Oaxaca una estela de incendios, destrucción, barricadas, pólvora, gases, cientos de prisioneros y cientos de heridos, y sólo unos cuántos de los más jóvenes y aguerridos zapotecas lograron salvarse al encerrarse en la fortaleza universitaria donde quedaron sitiados. fjchain@hotmail.com
Los sitiados habitantes demandaron una vez más este sábado la destitución del cruel gobernador, la liberación de sus conciudadanos cautivos, y el retiro de los cruzados de la policía federal. De nuevo no les hicieron caso. El cronista Octavio Vélez Ascencio nos narra que en este día señalado, la cruzada avascalera de fin del reinado, a las 17 horas, en la esquina de Macedonio Alcalá y Morelos, arremetió con todo contra los zapotecas cuando estos ya se retiraban sin dar batalla. Los cruzados federales, entusiasmados por el terror que producían sus embates entre las mujeres, niños y distraídos transeúntes, aceleraron sus tanquetas, lanzaron mayor cantidad de gases lacrimógenos, dieron macanazos a diestra y siniestra mientras eran apoyados por el famoso batallón de camionetas de cruzados judiciales que a balazos abrían el paso para atacar la plaza y templo de Santo Domingo de Guzmán, ultimo bastión de la resistencia zapoteca, que apenas lograba responder con algunos cohetones, petardos, piedras y religiosos cánticos:"¡Ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó!", y "¡Hoy voy a hacer, hoy voy, hoy voy a hacer, una fogata con los de la PFP!"
Para acabar con los cánticos los cruzados PFP incendiaron el campamento zapoteca de Santo Domingo y a bordo de camionetas pick up, ahora con el respaldo de otro batallón de cruzados conocidos como Preventiva del estado, lanzaron una nueva ofensiva con tanquetas y persiguieron a los zapotecas hasta las proximidades del Cerro del Fortín, otros zapotecas pudieron huir por diferentes rumbos y buscaron refugio donde pudieron, algunos de ellos en la Universidad Autónoma Benito Juárez donde los cruzados se resistieron ingresar, ya que su jefe máximo, San Vilente de Guanajuato (por ignorada razón) le tiene verdadero pánico a todo lo que huele a preparación y escuela.
Las fuerzas federales de los cruzados federales de la PFP se acantonaron por toda la ciudad sagrada de Oaxaca y se mantuvieron en estado de alerta permanente. Durante toda la noche realizaron patrullajes por todas las calles y espacios en coordinación con los batallones locales de los aliados traidores. La persecución de todo hereje zapoteca será implacable ordenó durante y al final de la batalla el cruel gobernador Aquiles Luiz, el traidor aliado del imperio del centro.
Nos narra Vélez Ascensio, el cronista de esta última cruzada de San Vilente de Guanajuato, que después de tan despiadado y cruel ataque sufrido por los zapotecas a manos de los cristianos guerreros del Santo Oficio de Gobernación, que después de esta batalla del 25 de noviembre del año 6 a manos de los sanguinarios guerreros cruzados y sus aliados locales, quedó en toda la santa ciudad de Oaxaca una estela de incendios, destrucción, barricadas, pólvora, gases, cientos de prisioneros y cientos de heridos, y sólo unos cuántos de los más jóvenes y aguerridos zapotecas lograron salvarse al encerrarse en la fortaleza universitaria donde quedaron sitiados. fjchain@hotmail.com